jueves, 11 de febrero de 2016

Magia


Sobre magia pasaron horas hablando, o más bien minutos en tiempo real, sin darse cuenta siquiera de que así era.

- Hagamos magia, ahora. – Magia, dijo con tono juguetón. Ella no llegó a entender muy bien a qué se refería.
- ¿Magia? Pero, ¿ahora?
- En realidad es un momento perfecto, ¿no crees? – Le sonrió, sin estar muy seguro de si podría hacerle sentir sus palabras.
- Pero… es sólo que, no consigo recordar ningún truco ahora mismo – Ella se sintió un poco avergonzada, temiendo que ese hombre dulce, bohemio y testarudo empezase a pensar que había poco de interesante en ella. No tenía mucho más que perder. Siempre se consideró peor de lo que era, sin sospechar que para él, unas pocas horas habían bastado para que percibiese en ella la pieza perdida que hasta ahora le había impedido acabar el puzle.   
La brisa era dulce y cálida. Diferente por alguna extraña razón. Él no podía evitar mirarla con detenimiento. Le parecía sentir un abrazo al aire en cada abrir y cerrar de ojos.
- Me refería a besarnos. Aunque ya lo has hecho. Me besaste con tu mirada sigilosa, con la silueta de tus labios acogedores al sonreír, con tu respiración…


Y fue entonces, en ese preciso instante, con el fuerte latido que sacudió todo su cuerpo llegando también al de él, que ambos lo supieron. Que la magia era cuestión de dejarse arrastrar por la pasión. Que sin magia, la pasión no existe. Que para él ella era magia… Y que el beso que el aroma de la brisa venía anticipando sería sin duda, el mejor truco final. 

jueves, 7 de enero de 2016

Los comienzos nunca llegan tarde

Son tantas las señales, que a veces por más cerca que las tengamos no somos capaces de reconocerlas. O de asumir que están ahí. Quizás el miedo nos puede, el miedo a lo desconocido o incluso a lo demasiado conocido. Sin embargo, como al final de un buen libro, aunque no quieras, llega el momento de dejarlo en la mesilla y volver a la realidad. Tal vez decidas seguir evadiendo esas señales, o salir y dejarte llevar por primera vez en tu vida pero hagas lo que hagas, ya habrás elegido un camino.

Se me hace difícil describir esa sensación que recorre tu mente, o tu alma, de manera recurrente hasta que te hace saber que es el momento de parar. Es momento de poner freno, tomar distancia y respirar. Dolorosa y confusa, no sabes dónde te llevará pero sin duda debes seguirla o te acabará asfixiando hasta acabar con tu sentir. Todo empieza a incomodarte y comienzas a dejar de encontrar el placer donde antes lo hacías, quedando invadido por esas sombras perturbando tu ser sin poder controlarlas. Romper con tu vida, con tu trabajo, con alguien tóxico, o dejar de martirizarte por fracasos pasados.

Y como en todo lo demás, está también lo contrario, aquello que a veces cuesta más, duele más y para quien es incluso más difícil de enfrentar: todas esas señales que te hacen empezar a sentir que debes saltar, dejarte abrazar por la lluvia como tantas veces habías deseado. Aunque eso suponga  hacer lo opuesto a lo que debes, a lo que es correcto, o a lo que tú mismo has querido asumir como correcto. Tal vez te quite el sueño, y haya momentos en que prefieras volver atrás. No es un camino fácil ni corto de recorrer, pero sin duda alguna, si lo tomas, no hará falta mucho para que empieces a sentirte seguro mientras avanzas, aunque sepas que puedes tropezar. Porque ya estás ahí, ya lo empezaste y en el fondo, sabes que es por donde quieres seguir. En definitiva... La señal que te empujó tendrá nombre, lugar, fecha o vivencia, y si decidiste tomar este camino, no te engañes, es porque puedes llegar hasta el final.

Sigamos adelante, siempre adelante. Sin miedo a hablar, a besar o a sentir.